En la última década, me he parado físicamente frente a más de 100,000 personas para enseñar sobre la sexualidad. Mi trabajo literalmente consiste en hablar de sexo. Pero aquí hay un pequeño secreto. Las conversaciones más difíciles que he tenido sobre sexo han sido con mis propios hijos. Me ha resultado más fácil pararme frente a miles de extraños que hablar con mis propios hijos sobre este tema.
Sigues escuchando que debes hablar con tus hijos sobre sexo. Con cada día que pasa, los temas se vuelven más urgentes. Sin embargo, hay razones comprensibles por las que has procrastinado o titubeado durante conversaciones incómodas con tus hijos.
Aunque hablar de sexo con los niños no es fácil para la mayoría de los padres, es quizás uno de los elementos más cruciales del discipulado en esta generación. Es la hora de identificar y superar las barreras que te impiden participar en la conversación.
En este artículo, analizaremos cinco de las barreras más comunes para tener conversaciones saludables entre padres e hijos sobre la sexualidad. ¡Esperamos que, incluso al leerlas, te des cuenta de que no estás solo!
#1 – El problema: No sabes cómo hacerlo.
Aun si has estado casado y sexualmente activo durante décadas, hablar sobre sexo es diferente que hacerlo. Desafortunadamente, no escuchamos frecuentemente sexo ser discutido de una manera útil, honesta y edificante. Las palabras que te han enseñado para usar al hablar de sexo tienden a ser demasiado científicas o vulgares. Si nunca (o raramente) has participado en conversaciones saludables sobre sexo, es comprensiblemente difícil iniciarlas.
La mayoría de nosotros evitamos hacer cosas que no creemos que podamos hacer bien. Por eso, la barrera #1 es quizás la más común.
La solución:
Ojalá pudieras haberme visto hace veinte años la primera vez que hablé públicamente sobre sexo. Tenía ronchas en el cuello, sudaba copiosamente debajo de las axilas y mi voz temblaba. Ahora, puedo abordar el tema sexual más delicado o vulnerable sin ninguna ansiedad. ¿Por qué? Mucha práctica.
Tan obvio como suena, aprendes a hablar sobre sexo hablando sobre sexo. No, no tienes que convertirte en un orador público o en un podcaster. Aquí hay algunas formas prácticas en las que puedes sentirte cómodo hablando sobre sexo:
- Escucha podcasts que modelen conversaciones saludables sobre sexo.
- Lee en voz alta libros cristianos informativos y sólidos sobre la sexualidad. ¿Por qué es importante leerlos en voz alta? Porque te acostumbras a decir palabras y frases que normalmente te harían sonrojar. Incluso leer un libro infantil sobre bebés, los cuerpos y sexo puede ayudar con esto.
- Confía en recursos externos como herramientas para iniciar conversaciones con tus hijos. El recurso inicia y guía la conversación por ti. Encontrarás una lista de recursos recomendados en el primer blog de esta serie.
- No esperes hasta que seas un experto. Está bien si no tienes la respuesta perfecta para cada pregunta o si no siempre usas las palabras correctas. Siempre aprendemos a caminar antes de correr, y algunas cosas son tan importantes que vale la pena hacerlas imperfectamente.
#2 – El problema: Tienes miedo de lastimarlos.
Muchos padres cristianos hoy en día crecieron aprendiendo sobre Dios y sexo dentro del marco de solo la educación de la abstinencia y la cultura de la pureza. A lo largo de la década pasada, hemos aprendido cómo la enseñanza incompleta sobre Dios y sexo puede llevar a la vergüenza, expectativas poco realistas y disfunción sexual. Aun si quieres enseñar a tus hijos que Dios tiene un diseño para la sexualidad, es posible que te cueste hacerlo de una manera que no se perciba como “solo guarda sexo para el matrimonio”.
Las preguntas y luchas que enfrentan los niños de hoy requieren que los padres aborden temas significativos relacionados con el género, la identidad, el pecado y la gracia. Lo que está en juego aquí son más que las elecciones sexuales, sino también cómo un niño entiende y desarrolla su identidad y su visión del mundo en general. ¿Cómo puedes lograr esto sin repetir el daño que pudiste haber experimentado durante tu propia crianza o sin cometer errores de alguna otra manera?
La solución:
Pídele a Dios sabiduría . Aunque es posible estar sorprendidos con lo que está sucediendo en nuestro mundo, Dios no lo está. Él ama a tu hijo y conoce íntimamente las luchas que enfrenta. Muchas veces, mientras estaba de rodillas orando por uno de mis hijos, el Señor me dio palabras para una conversación o llamó mi atención sobre algo que necesitaba abordar. ¡Dios ama darnos sabiduría cuando se la pedimos!
Permanece en una postura de aprendizaje. Parte de cómo Dios responde a nuestras oraciones es proveyendo recursos a través de su pueblo. Busca una comunidad de otros padres que estén haciendo las mismas preguntas. Aprovecha los libros, podcasts y ministerios que están en la primera línea de abordar temas sexuales. Recuerda que si (y cuando) dices algo incorrecto, la humildad es una de las características más poderosas que podemos modelar para nuestros hijos. Conozco a padres que están teniendo conversaciones de sanidad con sus hijos adultos, corrigiendo y disculpándose por cosas que dijeron o no dijeron cuando sus hijos eran jóvenes.
#3 – El problema: No quieres ver a tu hijo/a como un ser sexual.
La mayoría de nosotros no somos conscientes de esta razón para evitar la conversación sexual, ¡pero eso no significa que no sea real! Existe una barrera natural para la mayoría de los padres al pensar en sus hijos como seres sexuales. He escuchado de cientos de madres a lo largo de los años quienes entran en pánico cuando su hija se frota contra una almohada para quedarse dormida o cuando su hijo de cuatro años tiene una erección.
Aunque estas no son las mismas manifestaciones de la sexualidad que experimentan los adolescentes, tu hijo pequeño tiene órganos sexuales que responden al tacto. Eso es una idea aterradora para algunos padres. Y entonces inventamos nombres para los genitales de un niño en lugar de usar términos anatómicamente correctos, no para proteger a nuestros hijos, sino porque no podemos imaginarnos a nuestros hijos como seres sexuales.
Además, los padres comprensiblemente quieren mantener la inocencia de sus hijos el mayor tiempo posible. Como dijo un padre: “Tengo miedo que si le digo a mi hija de doce años qué es sexo, eso le pondrá ideas en su cabeza”. Otra madre me dijo: “¡Si le hablo a mi hijo sobre sexo, estoy aterrorizada de que se dará cuenta de lo que estamos haciendo cuando cerramos con llave nuestra puerta del dormitorio!”
La solución:
Una de las razones por las que nos resulta tan difícil pensar en nuestros hijos como seres sexuales es que, para la mayoría de nosotros, la sexualidad representa algo vergonzoso. Dios diseñó nuestra sexualidad como una parte hermosa de nuestra humanidad, con la capacidad de experimentar una profunda intimidad y conexión.
Tu hijo puede ser tanto sexual como inocente.
El libro de Cantares repite esta frase: “No despiertes el amor antes de tiempo”. La suposición es que nuestra sexualidad se encuentra en un estado latente hasta que se despierta o se activa. Tenemos una cultura que constantemente busca despertar la sexualidad de los niños y adolescentes. Como padre, quieres hacer todo lo posible para retrasar este tipo de excitación o despertar. Pero la realidad es que la sexualidad se despierta en nuestro día mucho antes de que el matrimonio sea siquiera una posibilidad. Te guste o no, tu objetivo es ayudar a tu hijo a administrar, no negar, su sexualidad. Lo haces ayudando a tu hijo a comprender la belleza del regalo de la sexualidad y dándole orientación sobre cómo responder cuando experimenten ese despertar demasiado pronto.
#4 – El problema: Es demasiado personal.
Hay muy pocos lugares donde se siente apropiado hablar sobre la sexualidad. Uno de mis mayores obstáculos que tuve que superar como consejero matrimonial fue aprender a preguntar a las parejas sobre su vida sexual. Simplemente me parecía voyeurista o incorrecto. Pero, ¿cómo podría ayudar a las parejas en esta área particular del matrimonio si era demasiado reservado para hablar al respecto?
Es posible que evites hablar con tus hijos sobre sexo porque sientes que estás violando un límite invisible. Absolutamente debe haber límites en la forma en que honramos la sexualidad en las familias. A medida que los niños crecen, es apropiado tener respeto por el cuerpo de cada uno y por cómo nos comunicamos entre nosotros. Pero eso no es lo mismo que evitar conversaciones honestas sobre temas sexuales.
La solución:
Imagina cómo era la vida hace 150 años (y aún lo es hoy en muchas partes del mundo). Las personas vivían en granjas donde los animales copulaban y tener hijos era una parte normal de la vida. Las familias vivían en una casa de una o dos habitaciones donde no había mucha privacidad. Un esposo y una esposa podrían estar separados del resto de la familia por una cortina de arpillera. El sexo se entendía como una parte natural de la vida, pero aún se consideraba privado y sagrado.
Vivimos en una sociedad hoy en día donde sexo está en todas partes, pero se presenta como una búsqueda sórdida de autorrealización. Nunca o raramente los niños aprenden que sexo es algo hermoso entre un esposo y una esposa. No presencian sexo como una parte normal de la creación o un elemento de nuestra humanidad que se puede discutir con honestidad, franqueza y dignidad.
Un estudio reciente reveló que más del setenta por ciento de las parejas tienen dificultades para hablar sobre sexo. Las raíces de esa lucha para la mayoría de las personas se remontan a una infancia llena de silencio, incomodidad y vergüenza. Aunque es posible que hayas crecido con la idea de que sexo es algo demasiado privado o embarazoso para hablar de ello, no tienes que transmitir ese mensaje a tus hijos. Puedes tener conversaciones muy honestas y regulares con tus hijos sin comprometer la privacidad y la sacralidad de sexo.
#5 – El problema: Tienes tu propio equipaje emocional.
Ayudar a tu hijo a navegar por la sexualidad traerá a colación tu propio viaje sexual… tus preguntas, tus miedos, tus lamentos y potencialmente tu vergüenza. Incluso al leer este blog, es posible que sientas un nudo en el estómago o una tensión en los hombros.
Muchos de nosotros evitamos las conversaciones sexuales con nuestros hijos porque no queremos reconocer nuestras luchas actuales o revisitar nuestra propia historia sexual. La gran mayoría de los adultos albergan preguntas profundas y heridas en torno a la sexualidad. Dolor de traumas y traiciones. Vergüenza de luchas secretas, experiencias pasadas o enseñanzas religiosas desequilibradas. Preguntas persistentes sobre la bondad de Dios y si la Biblia es una guía confiable en temas sexuales. Tal vez temes que tu hija te pregunte sobre tu pasado sexual o que tu hijo haga una pregunta que aún no hayas resuelto.
Si te identificas con algo de esto, ¡no estás solo! En general, la Iglesia no ha sido históricamente un lugar seguro para que las personas traigan preguntas sexuales, luchas y heridas. Como resultado, muchos de nosotros estamos tratando de discipular a nuestros hijos sin obtener la ayuda y los conocimientos que necesitamos en nuestro propio viaje de discipulado.
La solución:
La importancia apremiante de hablar con tus hijos sobre sexo podría ser en realidad un catalizador para que crezcas en tu propio camino. En verdad, no podemos caminar con nuestros hijos más allá de donde nosotros mismos hemos ido. Si hay heridas o vergüenza que has enterrado durante años, ahora puede ser el momento de buscar la sanidad. Si sexo dentro de tu matrimonio es un tema doloroso, busca la ayuda que necesitas. Si no estás seguro de cuál es el corazón de Dios en cuanto a luchas como la masturbación, la pornografía o la confusión de género, no evites la conversación. Explora recursos que puedan ayudarte a obtener sabiduría.
Un modelo de educación sexual nos hace creer que ya no necesitamos aprender sobre sexo como adultos. Sin embargo, un modelo de discipulado nos recuerda que siempre estamos en un viaje en busca de la verdad y una rendición más profunda al amor transformador de Dios. Nosotros como padres también debemos estar en modo de aprendizaje mientras navegamos por los desafíos de nuestra época actual y mientras ordenamos nuestras propias historias sexuales.
Nuestros hijos necesitarán ser valientes para navegar el clima sexual de esta generación. Para equiparlos, también debemos tener valentía… la valentía de superar las barreras que nos silencian.
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