Mamá, soy gay. Me atraen otros hombres y quiero empezar a salir con ellos.
Papá, mi novia y yo nos vamos a vivir juntos.
Ya no quiero usar mi nombre de nacimiento. Por favor, llámame Cody y usa pronombres masculinos al referirte a mí.
Estas confesiones por parte de hijos adolescentes o adultos desgarran el corazón de un padre. Ya sea que tus hijos se identifiquen como LGBTQ+ o rechacen abiertamente el diseño de Dios para la sexualidad, como padre, no puedes evitar sentir que las decisiones de tu hijo o hija han arraigado de raíz tus esperanzas y oraciones. Apenas pasa una semana sin que hable con un padre en esta situación. Surgen el dolor, la preocupación, la culpa y la confusión. ¿Cómo deberías responder? ¿Cómo puedes ayudar a tu hijo o hija? ¿Es esto tu culpa? ¿Cómo puedes amar a Dios y amar a tu hijo al mismo tiempo?
Aunque este tema es demasiado complicado para abordarlo de manera integral en una sola publicación de blog, aquí hay un marco de cuatro cosas que pueden guiarte mientras recorres el difícil camino de criar a un adolescente o adulto joven a través del pecado sexual y el quebrantamiento.
Reconoce que el problema subyacente es espiritual.
Lo que crees acerca de Dios determina lo que crees acerca del sexo y la sexualidad. ¿Por qué hemos visto que la identificación LGBTQ+ y las tasas de convivencia se han más que duplicado en los últimos 15 años? ¿Por qué el uso de la pornografía es aceptado como normal y quizás incluso educativo?
Aunque hay muchas variables que han contribuido al declive de la moralidad sexual en nuestra cultura, el mayor culpable es nuestra partida de la ética judeocristiana. Países occidentales como Estados Unidos pueden no haber sido naciones cristianas, pero su ética cultural una vez estuvo arraigada en la creencia en un Creador ante el cual somos responsables.
En años más recientes, el mundo occidental ha abrazado con entusiasmo la fe secular del humanismo. El éxito consiste en “vivir tu mejor vida”. Evitamos la incomodidad y perseguimos lo que el corazón desea. Hemos cambiado nuestras creencias sobre el sexo porque hemos cambiado lo que creemos acerca de Dios. Tus hijos, independientemente de lo que les hayas enseñado, han sido inundados con mensajes sobre la identidad sexual, libertad de expresión y la necesidad de descubrir su verdadero yo.
Recuerda que la relación de tu hijo con Dios es mucho más importante que sus elecciones sexuales. Dirige tus conversaciones en esa dirección. No hagas que lo principal sean tus sentimientos y expectativas. En lugar de esto, recuerda que el mayor problema es la elección de tu hijo de seguir o rechazar a Dios.
Luchamos batallas espirituales con armas espirituales. Ora por tu hijo. Considera ayunar. Y vive una vida de integridad que demuestre claramente el amor y el poder de Cristo en tu propia historia.
Busca ayuda.
No intentes navegar este camino solo. Los problemas sexuales son complicados. Ser padre es desordenado. Navegar tu relación con tu hijo puede ser desorientador. Puede que te sientas como el único padre en tu iglesia o comunidad que tiene un hijo luchando con problemas sexuales o de identidad. ¡No estás solo! Es fundamental que busques ayuda. Es probable que actúes desde tu propia decepción, ira y vergüenza sin el apoyo, la oración y el consejo de amigos y consejeros piadosos.
Al buscar ayuda, considera tipos diferentes de apoyo:
- Tus amigos de confianza pueden actuar como buenos compañeros de conversación, compañeros de oración y fuentes de aliento, pero pueden no tener el conocimiento o la experiencia para darte consejos específicos.
- Recursos como libros, ministerios y grupos de apoyo pueden proporcionar un marco bíblico para entender los problemas que tu hijo puede estar enfrentando.
- Busca orientación de profesionales de salud mental cristianos. Cada situación es única. Ten en cuenta que, además de la confusión sexual, también puede haber preguntas de identidad profundamente arraigadas y problemas de salud mental como la depresión, la ansiedad y el suicidio. Si tu hijo es adolescente y aún vive en tu casa, considera la opción de que algún tipo de asesoramiento sea un requisito.
Busca influir, no controlar.
Como padre de un niño pequeño, te entrenaste para estar atento a todas sus necesidades. Comida, comodidad, sueño, afecto. A medida que tu hijo creció, te diste cuenta de necesidades que no podías satisfacer: aceptación de los compañeros, confianza, sabiduría y una relación próspera con Dios. Hay una diferencia significativa entre criar a un adolescente de 14 años y a uno de 22 años en términos del desarrollo del cerebro del niño y la cantidad de responsabilidad que tu asumes. Con los adolescentes más jóvenes, es correcto y apropiado establecer límites y consecuencias para el comportamiento. A medida que tu hijo entra en la adultez, los padres pasan de la responsabilidad a la influencia.
Lo más difícil de criar a un hijo adulto es saber que no puedes darle a tu hijo lo que más necesita. Tienes que sentarte y mirar cómo la persona que amas deja de lado la sabiduría y elige rechazar a Dios o tomar decisiones imprudentes.
Aunque no puedes tomar decisiones por tu hijo, sigues siendo y siempre serás una persona importante en su vida. No tienes control, pero todavía tienes influencia. A tu hijo le importa lo que piensas, él continúa observando tu vida y está diseñado para estar en sintonía con tu amor.
Tu influencia se acentúa cuando no la usas para manipular o coaccionar. Acepta que tu hijo es un adulto con la libertad de tomar sus propias decisiones. Ahora no es el momento de castigar o retener el amor, sino de liberar a tu hijo para que navegue su propia relación con Dios. Como el padre del hijo pródigo, no lo persigas frenéticamente tratando de convencerlo, sino espera amorosa y fervientemente que la historia se desarrolle.
Tu influencia es más poderosa cuando te mantienes en relación con tu hijo, no cuando retienes el amor.
Mantente en la verdad pero camina con humildad.
Quizás el mayor desafío es saber cómo mantener tus convicciones bíblicas mientras expresas amor. Este equilibrio se manifiesta en cientos de decisiones prácticas: si asistir o no a una boda, permitir que la pareja de tu hijo comparta una habitación en tu casa o invitar a la pareja que ya vive con tu hijo a ser parte de la foto familiar.
Estas pueden ser decisiones desgarradoras mientras piensas en la importancia de construir relaciones que tengan la verdad bíblica en el centro.
- Expresa claramente tus convicciones bíblicas, pero no las repitas una y otra vez. Es bueno tener una o dos conversaciones claras sobre las elecciones de tu hijo y tus preocupaciones. Después de eso, ellos ya sabrán cuál es tu posición. No necesitas seguir recordándoselo.
- No violes tu conciencia. Tanto en Romanos como en 1 Corintios, leemos que Dios puede convencernos a cada uno de manera diferente sobre la aplicación de principios bíblicos a situaciones de la vida real (como las expresadas anteriormente). Necesitas preguntarle a Dios claramente dónde te da límites para tu conciencia y luego responder con obediencia. Tu cónyuge u otras personas en tu vida pueden tener diferentes convicciones sobre estas decisiones difíciles. Honra tu conciencia y deja espacio para la de ellos.
- Muestrale tu debilidad a tu hijo. Influir en tu hijo adulto no significa proyectar una fachada de fortaleza y confianza. La humildad es mucho más impactante que una muestra de perfección. Dale a conocer a tu hijo, sabiamente, tus propias luchas, fracasos y preguntas. Cuando sea apropiado, discúlpate por las veces en que no has respondido bien y por aquello de lo que te arrepientes en la crianza. El Evangelio no se expresa a través de personas perfectas, sino a través de pecadores humildes y arrepentidos que conocen el poder de la gracia de Dios.
Lamento mucho el dolor que estás atravesando en este proceso de ser padre. Aunque no hay respuestas fáciles, recuerda que no estás solo. Debido a que tendemos a mantener la vida personal de nuestros hijos adultos en privado, es probable que haya otras familias a tu alrededor que estén navegando silenciosamente por aguas similares. En última instancia, recuerda que Dios está contigo. Él sabe lo que se siente ser un padre con el corazón roto y escucha tus oraciones.