Hablando a Tus Hijos Sobre el Sexo: Por qué, Cuándo, y Cómo

by | May 10, 2023

Mi esposo recien habia regresado a la casa con nuestro hijo menor después de un fin de semana fuera para una charla sobre el sexo. Christian, con once años en ese momento, tímidamente me dijo, “Mamá, me siento demasiado joven para saber todas estas cosas sobre el sexo.”

Le hice saber que lo entendía diciendole, “Sé como te sientes, pero papá y yo queremos hablarte sobre el sexo antes de que lo aprendas de tus amigos o lo que ves en las peliculas.”

Christian salió a jugar pero regresó después de unas horas con una observación. “Mamá, he estado pensando. Con la manera en que va el mundo, cuando tenga mis propios hijos, tendré que tener esta charla con ellos cuando tengan cuatro años.”

Eso fue hace como diez años, y las palabras de mi hijo han sido comprobadas. Ahora más que nunca, tienes que estar hablando con tus hijos sobre el sexo. En mi generación, nuestros padres no dijeron nada. Hace diez años, llevamos a los preadolescentes a un lugar apartado por un fin de semana, esperando que eso fuera suficiente. Hoy, necesitamos un diálogo continuo con nuestros hijos empezando cuando tienen 3 o 4 años.

La cultura en general está ansiosa por hablarles a tus hijos sobre el sexo. Aún en los programas preescolares, tus hijos están absorbiendo mensajes sobre qué significa ser hombre o mujer y el propósito del amor y la sexualidad.

Los temas sobre la sexualidad hoy son también temas de cómo ves al mundo. Lo que crees sobre el sexo estará enraizado en lo que crees sobre Dios y lo que significa prosperar como seres humanos. Por eso es tan crítico que entables intencionalmente conversaciones con tus hijos sobre el sexo. Quieres enseñarles primero, estableciendo la estructura hermosa en la cual Dios ha creado el regalo de la sexualidad y advirtiendoles de las maneras que pueda ser distorsionado.

Durante la década pasada del ministerio, me he dado cuenta que lo que realmente necesitamos no es educación sexual, sino discipulado sexual. La educación sexual enseña que pensar sobre el sexo. El discipulado sexual enseña cómo pensar sobre el sexo – es un camino continuo de aplicar la verdad de Dios a preguntas y experiencias sexuales.

Es fácil decir pero puede parecer muy difícil hacer. Si te sientes que estás incursionando en un nuevo territorio en tu propia familia, probablemente es así. La preocupación más grande de tus padres podría haber sido que no tuvieras sexo como adolescente. Ellos nunca imaginaron tener conversaciones contigo sobre la pornografia, intercambios de mensajes con desnudez, ideología de genero, o deseos por el mismo sexo.

Tan intimidante como navegar estas aguas puede sentirse, ¡puedes hacerlo! Tus hijos no solamente necesitan que les hables del sexo, ellos lo quieren.

Aquí está la buena noticia. Tus hijos no saben que es incomodo hablar del sexo a menos que tú lo hagas incomodo. Independientemente de tu experiencia creciendo, puedes crear un entorno donde hablar sobre el sexo puede ser normal, alentador, y empoderante.

 

Se intencional sobre las conversaciones según la etapa de vida

Si no eres intencional al hablar con tus hijos sobre el sexo, puede pasar que nunca lo hagas. Nunca sentirás que son suficientemente mayores y que estás suficientemente preparado.

Tu hijo necesita aprender que nuestros cuerpos, incluyendo nuestros genitales, fueron la idea de Dios. Él los creó con la capacidad de experimentar gran placer, pero esto también significa que ellos tienen el potencial para ser la fuente de vulnerabilidad y dolor. Dios creó el sexo y el genero para mostrarnos la importancia de la intimidad, de ser conocido. El deseo sexual es la manera en que nuestro cuerpo nos dice que no fuimos creados para hacer la vida solo. Tu misión es comunicar estas verdades a lo largo de la infancia con lenguaje específico a su edad.

Edades 3-4 años

A los niños en edad preescolar les encanta descubrir- incluyendo sus cuerpos. Sin vergüenza, ellos se tocan cada parte de ellos mismos, regresando a áreas que son placenteras y cómodas. Esta es exploración normal y no lo que se puede ser considerado toque “sexual.” En general, ignorar o redirección suave es la mejor forma de abordarlo cuando esto ocurre.

Cuando enseñas a tus hijos en esta etapa, empieza con la bondad de cómo Dios creó nuestros cuerpos, incluyendo las partes específicas que les dio a niños y niñas. Puede parecer incorrecto usar palabras como “pene” y “vagina” con un niño de cuatro años, pero la mayoría de expertos están de acuerdo que usar términos apropiados es mejor que usar nombres tontos como “pipi” o “cosita.” Puedes iniciar enseñando sobre el matrimonio y de donde vienen los bebés, a través de libros con dibujos que proveen lenguaje apropiado para preescolares.

Edades 5-8 años

A pesar de que psicólogos del desarrollo en un momento llamaron este periodo la etapa latente (lo cual significa que no es probable que los niños esten pensando en el sexo), desafortunadamente la cultura moderna introduce temas sexuales a los niños de edad escolar. Tus hijos pueden volverse curiosos observando o pueden ser expuestos a temas sexuales a través de amigos o los medios de comunicación.

Quieres ser intencional sobre ser el lugar donde tu hijo traiga todas sus preguntas. Haces esto al continuar iniciando conversaciones sobre el amor, el matrimonio, la sexualidad, y el género. También tienes que alertar a tu hijo sobre las maneras que el buen regalo del sexo puede ser distorcionado. Esta es la etapa para empezar hablar con tu hijo o hija (siempre con lenguaje apropiado para su edad) sobre la pornografia y toque inapropiado.

Mi amiga Francie Winslow, una madre de seis niños pequeños, encontró una manera creativa y divertida para recordar a sus hijos sobre la bondad del diseño de Dios para nuestros cuerpos a través de canciones y rimas que ella ha escrito.

Edades 9-14 años

Si acaso tus padres te hablaron sobre el sexo, probablemente lo hicieron cuando entraste a la adolescencia. En esta etapa de desarrollo, los niños tienen que ser preparados para entender los cambios de sus cuerpos y cómo lidiar con los deseos sexuales y experiencias. Esta debería ser una temporada de muchas y específicas conversaciones, enseñando a tu hijo sobre los elementos biológicos, emocionales, y espirituales de la sexualidad y al mismo tiempo invitarlo a hacer preguntas y dialogar.

Hay mucho que cubrir durante esta temporada de la paternidad, así que no trates de abarcar todo lo que quieres decir a tu hijo o hija en una conversación o aún en un fin de semana. Aunque puede ser maravilloso tener un tiempo especial aparte con su hijo, no hagas que eso sea el único momento en que le hables del sexo. Si tienes un hijo preadolescente o adolescente, considera tener una cita semanal o mensual. Un padre discipuló a su hijo con “la Biblia y una torta” cada viernes en la mañana. Una mamá tuvo conversaciones continuas con su hija con una salida mensual después de la escuela. Estos recursos mencionados abajo pueden ayudar a estructurar las conversaciones.

Edades 15 y mayores

Para cuando tu hijo esté entre la mitad y el final del adolescencia, podrías sentir que tu trabajo hablando sobre el sexo ya terminó. Desafortunadamente, la mayoría de las conversaciones entre los padres y los adolescentes sobre el sexo incluyen negociar límites o consequencias. Esta es una de las razones por lo cual es crítico mantenerse involucrado en conversaciones positivas con tu adolescente sobre el sexo. Tu adolescente aún está aprendiendo, absorbiendo los mensajes del mundo, y necesitando aprender de tu sabiduría y guía. Niños de esta edad quieren discutir sobre sus ideas, no solamente escuchar las tuyas. En vez de enseñar, piensa en entrenar y guiar en tus conversaciones. Cuando pongas límites, explícales el porqué. Ayuda a tu adolescente a desarrollar sus habilidades de pensamiento crítico para que un día pronto tome decisiones independientes. En esta etapa también puede ser apropiado compartir con tu adolescente lo que has aprendido a través de tu propio camino sexual–tus remordimientos y lo que Dios te ha estado enseñando.

 

Busca momentos para enseñar

La vida te presenta oportunidades regulares para hablar sobre el sexo. Mientras navegas por la vida diaria, tus hijos pueden hacer preguntas inocentes sobre como un bebe llega a la panza de su mamá, porque tenemos límites al ducharnos y con la desnudez, y porque mamá y papá se besan. Una salida al zoológico o una finca local puede generar conversaciones naturales sobre de dónde vienen los bebés. A medida que los niños crecen, los momentos para enseñar aún existen. Un líder cristiano es infiel a su esposa. Un primo se identifica como no binario. Las noticias gritan sobre alegaciones de abuso sexual de alto perfil. Las circunstancias como estas nos obligan a lidiar con preguntas sobre la integridad sexual, el quebrantamiento, y empatía. Estas son las conversaciones que pueden fomentar un discipulado verdadero–no solamente memorizando una lista de reglas, sino la trayectoria de caminar con Jesús en cada área de la vida.

Los momentos para enseñar pueden ser lo más efectivo cuando empiezas con preguntas, no sólo respuestas. Las preguntas te dan la oportunidad de medir lo que tu niño o adolescente realmente sabe y pueden generar un enfoque reflexivo. Por ejemplo, puedes responder a la pregunta de un niño joven sobre de dónde vienen los bebés con, “¿Cómo crees que tú llegaste a mi panza?” Con un niño mayor o adolescente, escucha mucho antes de hablar. Quieres animar a tu hijo a compartir sus pensamientos, comunicándole que eres una persona segura para preguntar.

Tengo un hijo a quien le gusta hablar y procesar en voz alta. A veces paso una hora o más escuchando antes de empezar a compartir mis pensamientos. Para él, el hecho de que lo escuche hace que las palabras que hablo sean más personales y poderosas.

 

Mantente preparado para los desafíos

Guiar a tus hijos hacia la integridad sexual no es un examen de pasar o reprobar, ni para ti ni para ellos. Es un camino desordenado para muchos niños y sus padres. Más probable, tus hijos estarán expuestos a la pornografia. Tu hijo o hija puede luchar con confusión de género o un deseo por el mismo sexo. Tu hijo puede participar en mensajería que incluye imágenes sexuales o experimentar sexualmente con un compañero.

Solo imaginar estas posibilidades puede sentirse intimidante. Es entendible que quieres hacer todo lo que puedas para proteger a tus hijos. Sin embargo, también tienes que prepararlos para caminar en el campo de minas de la sexualidad en nuestro día y cultura. Eso significa el potencial para luchar.
Algunas de las mejores conversaciones que he tenido con mis hijos sobre el sexo han sido en medio de los desafios y fracasos. El corazón del cristianismo no es una lista de cosas sexuales para hacer y no hacer, sino un mensaje del amor de Dios para nosotros. Como un padre, eres el ejemplo más cercano de ese amor para tus hijos. Cuando experimentamos dificultades y cuando pecamos, Dios está con nosotros, proveyendo comodidad y dirección. Tenemos que poder hacer esto para nuestros hijos, especialmente cuando luchan y a veces tropiezan.

Aunque no puedes estar preparado para cada situación posible que puedes enfrentar en este camino, puedes decidir como quieres responder. Recuerdas que la relación importa. Independientemente de lo que tu hijo pueda haber hecho, visto, o experimentado, tu hijo necesita saber que nada impactará tu amor por él o ella. Debe haber un tiempo para enseñar y poner límites, pero guiar con amor y reafirmación.

Servimos a un Dios quien nos ha prometido nunca dejarnos solos. Él perdona nuestros pecados y redime nuestra angustia. Aunque nunca modelaras perfectamente el amor de Dios como un padre, puedes ser testigo de cómo Él te ha encontrado en tus propias luchas y fracasos.

Aunque tus padres pueden haber temido o evitado hablar contigo sobre el sexo, tienes la oportunidad para cambiar la narrativa con tus propios hijos. Piénsalo así: hablar con tus hijos sobre el sexo no es solamente hablar con ellos sobre el sexo. A través de muchas conversaciones que puedes tener con tus hijos, tienes la oportunidad de enseñarles sobre el amor, el deseo, la intimidad, la verdad, y la gracia. Vivimos en un mundo difícil lleno con nuevos desafíos que también presentan nuevas oportunidades para descubrir y marcar la bondad de Dios en los corazones de la próxima generación.

 

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